





Ally conserva la pureza de su origen: un bolso que nace de un pliegue sencillo, como esos gestos que parecen mínimos y, sin embargo, lo cambian todo. Una sola pieza de cuero artesanal se dobla y de ese movimiento surgen tres compartimentos, resguardados bajo dos solapas.
No necesita más. Tiene el tamaño justo para acompañar la vida diaria: unas llaves, el móvil, una cartera, unas gafas de sol. Se lleva cruzado cuando la ciudad pide movimiento, y por la noche, al retirar la correa, se transforma en un bolso de mano.
Ally está pensado para estar ahí, sin llamar la atención, pero siempre cumpliendo su lugar.